Hermetismo difícil, pero fácil

Difícil pero fácil sería definir un libro, precisamente, como “difícil pero fácil”. Valga la espiral de redundancia si es así como define Alfonso García-Villalba sus Signos herméticos de una nueva melancolía (Madriz, Franz, 2021) en el vídeo con motivo de la presentación de su última publicación, que llega después de Esquizorrealismo y Homoconejo:

Del mismo modo, difícil pero fácil sería reseñarlo; de ahí que, por una vez (que podrá sentar precedente), una sienta conveniente remitir a una reseña ya publicada y firmada por Diego Sánchez Aguilar, otro crítico y autor que, entre sus muchas virtudes escriturales, tiene la de explicar con destreza y no menos rigor los libros que resultan complejos de desgranar, pero no de leer:

http://www.pliegosuelto.com/?p=31302

Ahí se condensan a la perfección las particularidades de tan peculiar libro que, por moderno, está en la estela de esa modernidad que no tiene fecha de caducidad, esa a la que el propio García-Villalba en cuanto crítico se refiere en uno de sus blogs a propósito del fragmentarismo de la obra de otro escritor murciano, Javier Moreno:

https://periferiauberalles.blogspot.com/2011/07/especulaciones-sobre-alma-de-javier.html?fbclid=IwAR0p8ZuEjUhPZ0zs190nJg9a5VIko-oMC-8tNvlL2AAF_FXgYhyhs6dxeAs

Las claves en las que se podría continuar profundizando sobre Signos herméticos de una nueva melancolía las pondría en bandeja el propio título: lo que va más allá del signo pero no deja de ser signo, lo herméticamente complejo pero comprensible y captable de la vida/la literatura/los sueños de la (post)modernidad, lo nuevo/viejo de la propia (post)modernidad o lo melancólico en un mundo supuestamente cyborgizado. Como ya queda evidenciado a través de esas dosis de crítica propia y ajena en torno a este libro, solo cabe remitir a uno de sus pasajes para que sea el propio texto el que ratifique lo dicho. Así, se escoge una cita del fragmento 36 de la primera parte de Signos herméticos de una nueva melancolía:

“Tendré sueño. Se acumulará el sueño con los cambios de estación. Sucederá eso. Haré anotaciones sobre el concepto de equinoccio y solsticio. Dibujaré conejos en servilletas de bares y cafeterías. Los dibujaré para L mientras él jugará en toboganes y columpios y hará calor. Miraré un paquete de tabaco a punto de terminar y tendré tos y lágrimas y nada tendrán que ver con la tos, con el tabaco. Imágenes de árboles se concentrarán en mi retina, personas que se fotografiarán bajo los árboles de flores rojas, bosques nocturnos, alguien diciendo:

Ven conmigo al bosque.

Tendré sueño, mucho, y ojos que se cansan y escuecen después de la ocho de la tarde, cuando la luz afloje, cuando parezca que el calor remite. Tendré eczemas en la piel, tos, lágrimas. Los eczemas me harán pensar en extrañas cartografías que han decidido anidar en la epidermis. Un trastorno nervioso, una infección del alma: la lectura oracular de otro futuro.

Observaré un parque infantil delante de mí. Columpios, toboganes, balancines. Una libreta donde se acumularán notas:

… y pestañas que tiemblan al parpadear

…. y nubes que cambian de dirección a lo largo del día

… y columpios y toboganes desde los que L se lanza con una sonrisa