Al querer escribir sobre el siguiente libro, me he dado cuenta del poco espacio que le he venido reservando aquí y últimamente a la crítica o la teoría literarias, si no a la filología en general. Parece que, cuando estoy en época de plena docencia, leo más literatura porque las teorías literarias ya las tengo cerca cada día en el aula, de modo inverso a como, en periodos de investigación más pura (y dura), me rodeo de pilas de estudios críticos, y ya se sabe, un estudio me lleva a otro y apena se sale de esa espiral y del tema trabajado en cuestión.
Si es que pudiera suponer una excepción, lo sería Amor y filología. Correspondencias (1943-1948), las de María Rosa Lida & Yakov Malkiel (edición de Acantilado del año 2017, con prólogo de Francisco Rico, prefacio de Miranda Linda y notas de Juan Miguel Valero). Pero no sería sino una rara excepción porque, al final, la postura de lectora de estudios filológicos iba modificándose para acabar adoptando la postura (literal, física) de la lectora por gusto, a pierna suelta, tirada en el sillón, sin “herramientas”. Ha acabado siendo una excepcional sorpresa.
Ciertamente, no ofrece este una lectura más para amantes de lo epistolar amoroso (entre los que no me podría incluir, sobre todo, por el pudor que me da leer las cartas verdaderas intercambiadas por amantes). Y no lo es porque, incluso cuando se habla desde la más elevada cima del amor, no se deja de hacer desde la atalaya de la filología. Resultarán habituales las citas de citas, las glosas de glosas e, incluso, las notas de notas. Por ello, para leer este libro sería menester, además de dejar aparte toda reticencia pudorosa ante el mucho amor ajeno, mucha pero que mucha filología (demasiada).
Y si esta pareja consideró a Joaquim de Vasconcellos y Carolina Michaëlis sus “antepasados en el campo epistolar” (pág. 114), seguramente una no errará al pensar que María Rosa Lida y Yakov Malkiel, María Rosa y “Yasha”, se suman a ellos y se convierten en otros firmes predecesores en esto del amor filológico epistolar.
Para muestra de todo ello, valga el siguiente botón textual (una foto casera, con comentarios caseros y ajenos, firma de otro filólogo que vio crecer su amor con otra filóloga a través de correspondencia).
