
De vez en cuando una tiene que ir a repostar a la BRMU (Biblioteca Regional de Murcia). La última vez, la semana pasada, al no encontrar el libro que busco, cojo tres de la estantería de Novedades. Del azar y de las prisas sale un trío de libros cuyas diferencias, sin embargo, acaban siendo salvables gracias a insospechados puntos en común como, por ejemplo, ser textos arriesgados, inclasificables, lanzados por autores que parecen proceder de polos que, sin embargo, se tocan.
Uno es Cómo guardar ceniza en el pecho (Bartleby Editores, 2021) de Miren Agur Meabe, autora a la que le tenía muchas ganas después de haber conseguido el Premio Nacional de Poesía el año pasado, el primero que se le otorgaba por una obra escrita en euskera (aunque ese dato en cuestión pudiera servir de propaganda, lo cierto es que la curiosidad también me la despertó un miembro de aquel jurado con el que coincidí y al que pude preguntarle por la experiencia). En esa lengua se escribe y se publica el libro en 2020 y, un año después, es traducido por la propia autora al castellano, alcanzando las tres ediciones en los tres últimos meses del año. Entre otras cosas, se deduce que la sorpresa no solo me la he llevado yo, que he disfrutado especialmente con la primera parte, “Un álbum”, en la que la poeta repasa tu vida pensando en sus seres queridos con amor y también con humor. Igualmente, me ha maravillado la variedad de lecturas y artistas homenajeados (de nombres desconocidos por estos lares, especialmente los femeninos) así como la manera de expresar la vivencia amarga del desamor.
Otro es Sola), de Raúl Quinto, publicado por La Bella Varsovia en diciembre de 2020. Subtitulado Variaciones sobre un texto de Thomas Bailey Aldrich, es este autor el encargado de la detonación con una cita introductoria: “Una mujer está sentada sola en su casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta”. Ese podría ser el argumento (si es que lo tiene) de este librito, medio poético, medio prosístico, medio onírico, medio lunático. Quizá algunos de los que se atrevan a leerlo podrán saber quiénes son los que llaman a la puerta y por qué. Una no sabe aún si está entre ellos, pero sí sabe que también tenía ganas de leer otros textos de este escritor que hipnotiza con su reciente libro, La canción de NOF4, con el que aquel encuentra conexiones, por ejemplo, a través de su primer texto:
imposibilidad de los pronombres
canción de quién.
Y el otro es Llamadme Amparo, de Niño de Elche, publicado por ESPASAesPOESÍA (Planeta, 2021). En realidad, no tenía ganas de leer este libro… hasta que lo veo en aquella estantería, porque antes no sabía ni que existía. En seguida se desata la curiosidad por saber cómo escribe/canta libros alguien que escribe/canta canciones de las que se dice que han venido a dar otra vuelta de tuerca al flamenco. En este libro, como en los anteriores (especialmente el de Meabe), por un lado, los seres queridos y la muerte son algunos de las protagonistas (por ejemplo, en las dos primeras partes, “Exaltación primera” y “Genealogía según Francisco”) y, por otro, resuenan ecos de canciones populares, que se conjugan con el yo más personal, inspirado, poético, original.
Al final, aunque cada uno de estos escritores viene de lugares lejanos, e incluso de artes y géneros y trabajos que podrían estar en las Antípodas, acaban encontrándose en la poesía, acaban desembocando en ella, para explorar, jugar, homenajear, sentir.
Que el azar siga moviendo los hilos de la literatura.