«Es tan sencillo como esto: queríamos brazos, pero llegaron personas».

Con esa cita de la página 402 me quedo de las tantas señaladas en Trilogía de la guerra de Agustín Fernández Mallo (Seix Barral, 2018; Premio Biblioteca Breve).

Tal es la conclusión de la protagonista de la última de las tres partes/novelas a propósito de la asociación que establece al hilo de un libro sobre las migraciones de un autor cuyo nombre no recuerda (pero que nosotros podremos rastrear, por ejemplo, por internet, de donde, por otro lado, extraemos esta explicación del autor).

A través de otras tantas asociaciones, conexiones, rememoraciones libres en medio de esa gran ficción leemos reflexiones, de tono ensayístico, sobre el realismo, sobre internet, sobre el origen del mundo, sobre lo fractal, sobre las imágenes, sobre la basura, sobre el amor, y, claro, sobre la guerra, en todo tiempo, en todo lugar, porque quizá la guerra nunca dejar de ser la Guerra.

Hay un flujo continuo de ideas y de encuentros porque los personajes de Fernández Mallo siempre se hallan en movimiento aunque por acicates diferentes. De ahí también que solo quepa pensar en un final para esta trilogía en el que se dan encuentro personas cuyos trayectos, tan dispares, se concitan en un lugar inesperado. Será en esa coordenada liminar o fronteriza la que haga aún más viva esa cita que se leía unas cien páginas antes: después de su raro periplo, asistimos a une maravillosa escena en la que la protagonista consigue ver, no brazos, sino personas.

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