Una, que no alberga dudas sobre su preferencia por los libros en papel, para pasar/doblar/pintarrajear sus páginas, también ha de reconocer que, para situaciones como pueden ser las que se presentan en los viajes
(que aspiran a ser ligeros en lo que a equipaje se refiere), no vienen nada mal los recursos electrónicos. Por ello, para los trasiegos de este verano, aparte de un pequeño cargamento de libros, he podido leer algunas novelas cortas gracias a la página electrónica que impecablemente gestionan los compañeros mexicanos:
https://lanovelacorta.com/novelas-en-la-frontera.html
Esta es su presentación:
«Esta Biblioteca se abrió espacio en la red con el propósito de fomentar la lectura, el estudio y la reflexión autoral sobre la novela corta en lengua española. Iniciamos con catorce obras, originalmente publicadas en México desde 1872 hasta 1922. Con Novelas en Campo Abierto, ampliamos el vasto panorama de la novela corta mexicana a todo el siglo XX. Hoy movemos el tiempo y el espacio de este género mayor para ofrecer nuevos recorridos dentro y fuera de México. Ojalá que nuestras Novelas en Tránsito del siglo XIX vayan tan ligeras de equipaje como las de otras latitudes hispanoamericanas en Novelas en la Frontera. Para disfrutar la animación del viaje con el público creciente de este espacio ―construido en la Universidad Nacional Autónoma de México― compartimos el diálogo creativo y crítico que, desde 2008, sostenemos con narradores y estudiosos interesados en explorar y difundir Una selva tan infinita de historias apasionantes».
Entre otras, se la serie «Novelas en la frontera» he leído recientemente «Los débiles», de Jesusa Alfau de Solalinde, novela corta acompañada de un excelente texto introductorio de la profesora Raquel Velasco.
