En consideración te escribo

A petición de la propia Marisa López Soria (porque, de lo contrario, seguiría teniendo abandonado este blog querido), comparto el texto que escribí para la presentación de su primer libro de poesía, que acaba de ser reeditado, «En consideración te escribo». Fue una tarde realmente emocionante, que finalizó brindando entre amigos, como debe ser.

“EN CONSIDERACIÓN TE ESCRIBO”, DE MARISA LÓPEZ SORIA. PRESENTACIÓN. 24.V.2023. HEMICICLO.

No sé muy bien aún qué hago aquí presentando un libro de Marisa López Soria cuando hay expertos en poesía de hoy en esta sala y en la universidad (entre ellos, mi querida Ana Cárceles) y cuando el libro en cuestión lo abre el prólogo Rosa Regás y lo cierra la guinda de la contracubierta puesta por Pilar Adón (última en recibir el Premio de la Crítica en lengua castellana). Considerando que la editorial vallisoletana Difácil ha rescatado o ha vuelto a editar un libro de la autora y que algunos de los presentes ya estuvieron en la presentación de Muy señores míos hace dos años, por lo bien que lo pasamos, lo agradable, festiva y emocionante que fue aquella ocasión, no me he podido negar. En cualquier caso, es un verdadero honor para mí participar en su presentación, en su puesta de largo, en la fiesta que implica compartirlo con los lectores (quizá estoy aquí por lo que me gusta a mí una fiesta…). Aunque quizá más bien haya aceptado por la portada de esta publicación recién sacado del horno, a cargo del excelente fotógrafo y artista Frédéric Volkringer: vemos a una mujer desafiante, con un tocado de plumas de india en la cabeza, que apunta con la pistola y con la mirada a los ojos de los lectores. Por si acaso dispara el gatillo en caso de no abrir el libro, conviene que lo hagamos. Y touché! Así queda quien lo lee, lo puedo asegurar.

Y lo aseguro porque he conocido directa e indirectamente las impresiones de otros lectores adelantados. Directamente, me gustó y me tranquilizó que, una vez, hace un par de meses, cuando fuimos a comer (qué rico estaba todo y qué intensas nos pusimos), Ana Cárceles expresó lo mismo que yo quería decir: que En consideración te escribo no se entendería igual hace casi treinta años, cuando se publicó por primera vez, que a día de hoy. Casualmente, además, en fechas ese almuerzo fue próximo del 8M y sus manifestaciones feministas pero también, me permitirán decirlo (ya que estamos de fiesta), del bombazo de Shakira “Pa’ tipos como tú”. Y yo pensaba: si la cantante y sus fans hubieran leído antes a Marisa… Dejaremos a un lado estas reflexiones digamos “pop” y me pondré en modo profesora. Y es que también con este libro me viene a la mente la aplicación de algunas de las teorías literarias que enseño en mis asignaturas, como la de “Crítica literaria”. Una de esas corrientes es la de la Estética de la Recepción. Me perdonarán estas pocas palabras para poner en situación.

En la Universidad de Constanza, en la frontera alemana con Suiza, en los años 60 el profesor Hans Robert Jauss, junto con Iser y Weinrich, ante la deriva de los estudios literarios, quiso poner el foco en el gran “huérfano” de las teorías de la literatura hasta la fecha, el lector, el receptor. Pero como delata el nombre con el que se conoce esa propuesta teórica, esta bebe de la filosofía, ese saber que lleva siglos intentando explicar lo eterno frente a lo etéreo, lo inamovible frente a lo cambiante. Así pues, el texto (como lo es, de hecho, también, una película o una partitura o un cuadro), aunque permanezca congelado pues en él no se habría de cambiar ni una coma, ni un color, ni una nota, despierta irrenunciablemente diferentes lecturas, y por tanto, interpretaciones varias. No solo el lector del Quijote del siglo XVIII no es el mismo al del 24 de mayo de 2023, sino que nosotros, los lectores de entonces, no somos los mismos: no leemos igual cuando teníamos veinte años que cuando tenemos 39 menos un día, como es mi caso. Es más, el autor también es un lector, como evidencia la propia Marisa al reescribir, revisitar, pulir, ampliar su libro de hace casi tres décadas. Un concepto clave propuesto por la Estética de la Recepción es el de horizonte de expectativas, horizon d’attente: y ya sabemos lo que implica un horizonte, que por mucho que nos acerquemos, no lo alcanzaremos jamás. Por ejemplo, las expectativas de un título como En consideración te escribo nos pueden hacer pensar que leeremos una carta o un conjunto de ellas, pero no encontraremos eso que habríamos de esperar por su paratexto. Una (excelente) obra de arte siempre activa unas expectativas, aunque los lectores sean otros y no compartan las primeras intenciones de su autor. Y este es uno de los mayores valores de este libro: era una propuesta arriesgada en 1995, pero también en 2005 o en 2023; si se quiere, hasta se podría afirmar que su escritora fue una adelantada. Hoy se podrá leer como respuesta, por ejemplo, a la evolución actual del feminismo, que ya no se parece mucho al de finales del siglo XX.

Hemos de recordar que En consideración te escribo se publicó en 1995 tras obtener el Premio Fundación Emma Egea. En la edición actual se han incluido poemas y revisitado otros, así que vayamos a los textos. No es el mismo libro exactamente, pues, pero la esencia sí. La autora lo explica al final. De esa nota final subrayo las siguientes palabras, y nótense los adjetivos: “el interior impertinente, rebelde e independiente”, “mi yo desgarrado”, “método de desconcertar u desviar el disparo del mal o la otredad”, “estela temeraria”. Regás y Adón, en línea con el mensaje de la cita inaugural de Yourcenar, apuntan a la importancia de lo que se escribe, pero también de como se escribe: se canta por el desamor, pero la actitud ante él es de valentía, de aprendizaje, de vida.

El libro se divide en tres partes: “Poemas en consideración”, “Poemas de ira y escarnio” y “Ex/ordio”. En la primera podemos encontrar:

  • Un texto inicial entre el aforismo y el microrrelato: “Acíbar trae la mandrágora”; además, considero que sirve de poética del resto del libro. Y, como de manera circular, los últimos tres poemas de esa parte seguirán en esa línea minimalista, muy atrevida y lograda.
  • El segundo, que sirve de prolongación del exordio, aludiendo a los 46 poemas del volumen, y que repite como ritornello el título, apela claramente a ese tú a quien se dirige, entendemos, que es metafóricamente ese “acíbar”, esa amargura.
  • Pero en otro poema posterior (“Triple salto”) aparecerá un Pigmalión, frente al que se despierta un temblor. Quizás es el mismo que se dirige a quien escribe como “Fenicia” en “Delicadezas” (“A cambio del palacio yo exigí acaricias. / Fenicia me llamabas cuando echabas las cuentas.”).
  • A pesar de que, como reza el poema “Hubo una vez”, ese que empieza así, como los cuentos de hadas que acaban con “y fueron felices y comieron perdices”, termina con el que se titula “Se celebraba todo”.
  • Encontraremos otros entre los que destaco “Éxodo al Mal Menor”.
  • También se encuentran claves metapoéticas: en “Sueño” se lee el verso “-Póngase a la máquina de escribir. Le voy a dictar un bando”; el siguiente se titula “Autoría”, o incluso el siguiente: “Si me permite, doctor/le mostraré    inequívocos    los síntomas/la lira rota/ mi sombra en coma/” (…). Como nos dice en “metodología del verbo”, existen cosas “ajenas ellas al intelecto”. Pero en cualquier caso, se dicen, como sucede en “Lenguaje figurado”, donde leemos: “Consiénteme por ello la lengua recoveca / -a veces viperina-/ como esencial ensayo de equilibrismo / en aquel proyecto nuestro/     sin calificativos” (además, encontramos una palabra inventada, como es el uso adjetivo, de nuevo la 2.ª persona, y no se aprecia leyendo, pero se cierra con un nuevo encabalgamiento, pues hace propios la poeta los espacios también entre palabras). Otra invención o hallazgo léxico, en “Y adiós”: “amenjesús”.
  • Igualmente he seguido aprendiendo palabras nuevas, como “acosijar”, de manera similar a como las que inventaba la escritora en su otro libro o en los de LIJ.

Si vamos a la segunda parte, introducida con citas de Rilke y Ajmatova, se confirman ciertas constantes:

  • Al principio, hallamos las menciones al propio libro.
  • También hay ironía, incluso en un poema casi fúnebre, como el de “Necrología”, que termina así: “Hace falta el talento de echarlo a perder todo”. También en “¡Oh paradoja!” leemos: “Sin embargo, ¡oh paradoja!/ -amar o falsear- /   todo verbo una mismidad”. O en “De altezas”: “formidable es el invento sin ti y el uso del pretérito”.
  • Pero también se producen juegos formales, casi caligramáticos, como en “Perentorio” y en “Remembranza”.
  • Aquí se aprecia una mayor conciencia de que lo que recibe no es justo: que a una le digan sin cesar que es un desastre, ante lo que se dice de pasar página, o como afirma en “Las fábulas”, “dejarte morir en cualquier página”.

La tercera sección es ese “Ex/ordio” (separado, jugando con la grafía). Se trata de un exordio final, por lo tanto, el principio del final, o si se prefiere, el final del principio, de otro capítulo de la vida. Ahí podemos leer “Casa extinta” (donde se cita a Ezra), “Culmen” (con un Tiresias) y “Modelaje estacional del cerebro”. Creo que no debería seguir destripando sorpresas de este libro.

En realidad, entre los dos libros de poesía de Marisa López Soria hay puntos en común, desde sus propios títulos. Adquieren la estructura de tríptico y son realmente reivindicativos, con una voz fuerte, propia. Se tiende al juego, a la ironía, a lo metapoético. Ambos son saludos que suelen encabezar cartas, por lo tanto, textos con visos epistolares, confesionales. Y para compartir una confesión hay que tener mucho valor.

Ya dije en el título de la reseña que escribí a propósito de Muy señores míos que, “cuando hay poesía, sobran las palabras”.

https://www.eldiario.es/murcia/leer-el-presente/hay-poesia-lectura-senores-marisa-lopez-soria_132_8166523.html

Me he sentido casi igual, andando con mucho cuidado, sintiendo como que se está entrando en una casa ajena aunque gentilmente haya sido invitada, con el pudor de toparse con cajones abiertos, con rincones del alma, con escenas duramente íntimas. Pero para lo que una no necesita más tiempo es para saber que no hay mejor antídoto para la vida que el inteligente humor. Afortunadamente, no habrá que esperar más años para volver a leerla, porque es de esas poetas que la llevan en el tuétano, que viven con ella, que la riegan a diario. Y ante todo esto, una nunca dejará de preguntarse por la semilla de la que brota la poesía, por la manera como viven los poetas, que no solo escriben y sufren, sino que alivian y, además, corrigen y cuidan, palabras y cicatrices.

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