Busco un libro en la estantería de la biblioteca de la facultad y, como no está, cojo uno cercano, sin más. Al ver que lo prologa Elvira Navarro, cuya actividad literaria sigo reciente pero intensamente, y que es de una escritora que tengo pendiente, decido tomarlo prestado. Así, una nueva casualidad me lleva a Las combatientes de Cristina G. Morales: quería empezar a conocerla con su última novela (por diversos motivos, más allá de los polémicos), pero acabo haciéndolo “como se debe”, por la primera que publica.
Me ha gustado enfrentarme a una “novela-teatro”, por el juego con los géneros que siempre me resulta atrayente. Menos mal que la he leído, porque no sé cómo reaccionaría yo misma como espectadora ante algunas escenas de una obra teatral basada en ese texto. Se alternan partes narrativas con otras dialogadas, diálogos cuyas intervenciones pueden ser simultáneas, de ahí que se recurra a dos columnas para reflejarlas textualmente. Ya solo por eso, por el juego genérico y por la pregunta que me hago a mí misma ante mi posible reacción, la valoro positivamente. A ello añadiría que la intensidad conseguida por el apenas centenar de páginas se pone al servicio de la intensidad de lo puesto en escena: las contradicciones de la sociedad actual, en la que viven los jóvenes que mañana serán los adultos.
En relación con las problemáticas de la juventud y la identidad y con los recursos formales dialogados y narrativos, resaltaré dos detalles. Por un lado, una de las veces en las que interviene, Ahmed afirma: “Las épocas revolucionarias ponen en circulación una mística de la juventud que se ensalza con lo más capital de su misión, que es ni más ni menos abrir paso a un mundo provisto de juventud, es decir, de vigor y de pureza”. No solo es natural la juventud, sino necesaria para la sociedad de la que forma parte por su contrapeso vigoroso y puro, idea que esclarece y replantea posicionamientos. (Solo después, como muchos otros, incluido su propio editor, he sabido que lo que hace la autora es «apropiarse» de Ledesma Ramos… ahí es nada).
Por otro lado, se lee un capítulo titulado “Hamletada”, que presenta el eterno debate sobre el ser o no ser: ¿qué pasa con un violador o con un nazi cuando se le pone sobre el escenario a representar a un violador y a un nazi?
Pero sumaré a esos dos detalles otros más banales (o no): la portada en su minimalismo me parece una apuesta diferente y sugestiva y el título, solo desvelado al final, una clave absurda y, no por ello, vacía.
https://www.anagrama-ed.es/libro/narrativas-hispanicas/los-combatientes/9788433998941/NH_643
Y como uno de los personajes interviene (o recita o reproduce un texto) a la vez que otro personaje, un texto que incluye una canción de las que siempre animan, ahí va un poco de música: